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Probando uno dos tres 

Probando uno dos tres 

Textos del Colectivo Situaciones 2001-2009
Borradores de investigación y otros textos. Haga click en la imagen para acceder a los textos.

Textos del Colectivo Situaciones 2001-2009

Textos del Colectivo Situaciones 2001-2009

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TLEP2016 Notas de prensa
"Prácticas editoriales", por decir de algún modo, que son múltiples, diversas, singulares; que están inscritas en diversos territorios, que deben afrontar sus...

TLEP2016 Notas de prensa

TLEP2016 Notas de prensa


"Prácticas editoriales", por decir de algún modo, que son múltiples, diversas, singulares; que están inscritas en diversos territorios, que deben afrontar sus propias dificultades y limitaciones. Se trata de proponer un polílogo entre todas las que participaremos del stand, en donde se pueda reflejar esta multiplicidad, diversidad, singularidad y como en un juego de espejos a la vez borrar o limitar las clausuras. Apuntar no a una voz ni a un discurso, sino a un espesor múltiple de voces, cuerpos y experiencias. De entrada, una idea o más bien una práctica de lo político, que tiene que ver con la conversación, y que tiende a lo ilimitado.

* El patio trasero, por Silvina Friera, Página 12, 24 de Abril 2016

* Small publishers make it big at Book Fairl, por Veronica Stewart, Buenos Aires Herald, 6 de Mayo 2016

* Eugenia Zicavo recorre la Feria del Libro: Matías Reck - Todo libro es político
 

Silvia Federici en Buenos Aires
CLIQUE EN LA IMÁGEN PARA IR A LA NOTA No pudieron con todas Silvia Federici, la italiana autora de Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria...

Silvia Federici en Buenos Aires

Silvia Federici en Buenos Aires

CLIQUE EN LA IMÁGEN PARA IR A LA NOTA

No pudieron con todas

Silvia Federici, la italiana autora de Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria -Tinta Limón Ediciones-, estuvo en Buenos Aires para dialogar cara a cara con organizaciones sociales, políticas, barriales; de resistencia, en definitiva, porque -dice- es en este tipo de encuentros donde toma cuerpo su palabra escrita, donde constata que el disciplinamiento de las mujeres requiere, desde los inicios del capitalismo, volverlas pobres, quitarles sus saberes, confinarlas a un trabajo reproductivo que después es denigrado. Una crónica de estos encuentros en los que teoría y práctica se entrelazan y se cobijan para alumbrar nuevos caminos, nuevas resistencias.

Por Verónica Gago

Quién lleva la gorra
Juguetes Perdidos y la filosofía del raje por Diego Sztulwark "Cuando elogio el raje no es simplemente a partir de una visión desde las alturas, para mí se...

Quién lleva la gorra

Quién lleva la gorra

Juguetes Perdidos y la filosofía del raje

por Diego Sztulwark

"Cuando elogio el raje no es simplemente a partir de una visión desde las alturas, para mí se trató siempre de una manera de laburar" J. Ranciére

"La línea de raje es una forma de tomarse el palo. Los franceses no saben muy bien lo que es eso. Por supuesto, como todo el mundo, se las toman, pero piensan que rajarse, o bien es escaparse del mundo, mística o arte, o bien es una especie de cobardía, una manera de eludir los compromisos y las responsabilidades. Pero el raje no significa, ni muchísimo menos, renunciar a la acción, no hay nada más activo que un raje". G. Deleuze

"Es posible que me las pique, pero mientras dure mi raje, buscaré un arma" G. Jackson

 

I.

La filosofía no morirá mientras alguien fugue, todo lo demás es interpretación. Juguetes Perdidos juega en ese tablero: todo lo que huela a máquina universitaria de producción será rudamente apartado. No es desprecio por la reflexión teórica, sino una nueva comprensión de lo teórico como tal: menos como sistema de saberes acumulados y más como relación con lo que aún no sabemos pensar.

En ¿Quién lleva la gorra? (Tinta Limón Ediciones, Bs-As, 2014), la última década transcurre de nuevo ante nuestros ojos. Es notable advertir cómo se retuerce una escritura que se evade de lo político mayoritario cuando actúa bajo presión de la coyuntura. Página a página desfila una procesión de figuras mutantes nacidas tras la llamada crisis del 2001: de la miserable barriada al mundo de la batalla por el consumo; de la auto-organización a la vida loca. Más allá de lo que se discuta en torno a lo que se puso en juego durante esta década larga, lo cierto es que el paisaje social resultó trastocado.

La única actualidad que importa es aquella en la cual nos enteramos de lo que estamos dejando de ser y entramos en contacto con las fuerzas que nos reconfiguran. Nada que ver con el tiempo-ahora del periodismo que no comunica sin castrar el acontecimiento, para que "se entienda". Ni con la militancia, esa niña bonita de una Argentina adecuadamente inserta en el mercado mundial vuelta oficio de administrar las ilusiones aceptables de la sociedad. Antes bien, se sale a la búsqueda de una complicidad para darse valor y afrontar las propias opacidades. Toda fuga parte del lado oscuro de la ciudad y aspira, arma en mano, a hacer vida en tierra nueva.

Este punto de partida, el viaje en intensidad, dará lugar a una ciencia nueva. Una sofisticada sociología del raje capaz de registrar dispositivos, flujos y figuras tales como "realismo engorrado", "nuevos barrios", "vidas mulas" y "pibes silvestres". En vano será consultar en la academia de las Ciencias Sociales: las jergas y berretines que afectan la escritura deberán elucidarse a fuerza de lectura.

 

II.

Por caótica e "insustentable" que nos pueda parecer, la ciudad es conjunto afinado de dispositivos de orden y comunicación. Convulsiones abismales como la ocurrida en diciembre del 2013, con autoacuartelamientos policiales, cortes de luz y batallas campales en las puertas de los supermercados, nos recuerdan el valor de la gestión normal y razonable de los flujos sociales.

Nada que objetar. Salvo que la proliferación de maná caído del cielo de las exportaciones de soja y minería, amén de las muy desarrollistas exportaciones de autos a Brasil, regulada a partir de un nuevo tipo de presencia estatal, dio lugar a un ensamble de dispositivos cada vez más rígido, y nunca, ni en sus mejores tiempos, del todo desprovisto de fuertes cargas de racismo clasista. Precariedad es el nombre que los JP usan para ligar con esas vidas que se debaten en torno a  las líneas duras a la que los vecinos y vecinas, gente buena, intentan aferrarse a los codazos y en torno a las cuales se pone en juego una violencia que la filosofía política identifica con la ruptura del pacto que nos rescata del estado de naturaleza.

 

III.

En la medida en que nos recostamos en una representación del capitalismo como proliferación de flujos, no hay lugar para pensar lo subversivo del raje. Efectivamente, ¿qué lugar positivo puede ocupar el raje, si no es más aceleración de flujo entre flujos, no es más de lo mismo? Puede que no, pero para pensar esta posibilidad tenemos que alterar la idea del capital como pura proliferación.

En los hechos, el capital es una axiomática de flujos, cada vez una fracción de las clases dominantes hace pasar el conjunto de los flujos sociales a través de su propia organización. Según explican en las frondosas páginas de Mil mesetas Deleuze y Guattari, no habría que confundir la "conjunción" de flujos, en la que el más abstracto de los flujos se coloca de modo tal que hace de suelo de los demás para territorializarlos y aplicarles sus propios códigos (tal la operación a cargo de la fracción más desterritorializada del capital, actualmente las finanzas); con la "conexión" de flujos, definida como el mutuo relanzamiento entre los flujos en posición de fuga. No hace falta ser demasiado perspicaces para detectar en esta sutil distinción la operatividad del raje.

 

IV.

Si en Por atrevidos (Juguetes Perdidos, Tinta Limón Ediciones, 2011) el protagonismo, desde la tapa misma del libro, refería al desacato de "Pibes", en ¿Quién lleva la gorra? ese protagonismo se vuelve territorial: se descubren los "nuevos barrios" y aparece el horizonte de una adultez "pilla".

No hay inocencia en este desplazamiento. Cada vez más se rodea a "los pibes" de los barrios pobres con un lenguaje que apunta, o bien a santificarlos, o bien a sacrificarlos. Sean los "ni-ni" a incluir, o los pibes chorros a aniquilar, su eufemística centralidad en el discurso público no resulta comprensible por fuera de un mapeo más complejo a través de un nuevo paisaje social. Sobre todo en una coyuntura como la presente, en la que se juega el endurecimiento de las fronteras de demarcación clasista y racista de la articulación social de las mutaciones ocurridas estos años.

Para comprender las tensiones en este proceso de articulación, antes que la discusión estratégica militante, importa reparar en la generalización de unos estilos masivos de consumo, así como en la emergencia de las llamadas "nuevas clases medias" (un significante más que discutible), y en el modo en que, como parte de estas transformaciones, se configuran los "nuevos barrios", vinculados a una nueva imagen de la pobreza.

Como parte de la lucha por inscribir vida y propiedades en las líneas duras del dispositivo securitista en las zonas en las que éste resulta más precario, se generaliza un realismo barrial, un movimiento vecinal orientado a reforzar la seguridad por mano propia. Si el "engorrarse" subraya el gesto pro-policial de los conatus a la búsqueda por consolidar la ecuación de ampliación del consumo junto a una intensificación seguridad, el raje de los pibes, raje que opera como un contra-realismo feroz, supone la más incómodas de las preguntas: ¿y si la "vida mula" y su continuo no fuese sino precariedad totalitaria?

 

V.

"Sin terror no hay sociedad", se dice en ¿Quién lleva la gorra? Es de suponer que un terror que hace sociedad no se agota en el poder de matar, sin prolongarse, como decía León Rozitchner, en las categorías de la economía política (es decir, de la estructura de la propiedad privada). Es la entera subjetividad la que es tramada por categorías del terror social.

Ya no es -sólo- la dictadura. "Nuestra época incubó su propio terror", dicen. "La precariedad, un terror anímico", rematan. A diferencia de las generaciones que soñaban con -y estaban dispuestas a dar la vida por- la revolución, "nuestros muertos queridos no oprimen como una pesadilla los cerebros de los vivos". El terror anímico de la precariedad totalitaria se vincula menos con la represión y más con lo que Ignacio Lewkowicz llamó angustia del "des-existir"; menos como amenaza de muerte justa o injusta, y más como condena a una vida devaluada por la fuerza de cosas.

Des-existir es menos -o más- que morir. Pero para entender esto hay que partir del hecho de que la ciudad-empresa, a partir de sus dispositivos, opera produciendo zonas de valorización/devaluación de la existencia. Valorización y devaluación de la vida: es el lenguaje de la lucha de clases en la ciudad gobernada según la razón neoliberal.

"La precariedad" es un "suelo", hecho de todo aquello que "se arma para vivir (relaciones, redes, amores, trabajos, consumo)" cuando "no es posible pararse" sobre superficies más aseguradas. En esas condiciones dicen los JP "cualquier roce puede generar quilombo; y esto sí es un axioma casi inevitable: cualquier cosa puede desarmar el frágil equilibrio cotidiano".

El quilombo es esa violencia latente y circulante que enfrenta potencial o efectivamente a las personas por el derecho a las posesiones. Como si de reescribir el Leviatán se tratase, la precariedad totalitaria es tal que a cada propietario se le impone ser el asegurador constante de sus propiedades, su vida incluida. En efecto, "nadie te va a cuidar por vos". La vida devaluada es renta no asegurada. Pura exasperación por desesperación que causa el perderlo todo a la primera de cambios.

"El miedo al despojo de la propiedad privada o a la violencia contra el cuerpo" se engendra en la dinámica de una acumulación sin reglas, a todo o nada. La devaluación del cuerpo es la condición primera para su explotación a bajo costo.

 

VI.

"Quizás, la lucha por correrse de la exposición violenta a ese fondo, la lucha por salir de sus efectos inmediatos, sea la forma de la lucha de clases actuales". La lucha por el acceso diferencial a la infraestructura urbana, a los cuidados de la salud, a las redes a las que apelar "ante la quemazón urbana y laboral (psicólogo, terapias alternativas, descansos)". La lucha de clases se da en el plano de la valorización y el aseguramiento de las vidas como capital. Esta premisa permite comprender desde abajo -y no como mera estadística probatoria- el significado del hecho que poco menos de la mitad de la fuerza de trabajo, en nuestro país, está sometida a precariedad.

 

VII.

La vida mula refiere al continuum de trabajo, consumo, pedido de tranquilidad, familia, realidad barrial, códigos morales, francisquismo, "parejismos". Es ella la que brinda enlace posible, más que coherencia, a "imágenes, escenas, vidas": no es menor el "auge de la religión, como cierre por arriba de algo que ya venía haciéndose solapadamente".

 

VIII.

"Hay una profunda derrota social de la década ganada". Una condena de reclusión en el interior, lo más confortable posible. "Si hubo eficacia de la época del consumo para todos, del engorrarse y de la vida mula, se dio para adentro de los hogares".

"Ahora todo es interior". No importa cuán estallados e insoportables resulten: "No importa cómo, quedémonos acá. La casa y los trabajos, las imágenes cotidianas de asfixia por hacinamiento, el parejismo o la familia tentacular replegada en pocas habitaciones, todo convive con el consumo y con la invasión de pantallas -de todos los tamaños y formas- que también ayudan a perforar ese rejunte opresivo (me voy a la redes sociales o a Youtube). Y tanto interior llama al desborde, al reviente, al estallido anímico".

Un saber de encuevados anima al "realismo vecinal que mira y distingue aquello que ordena el barrio y aquello que lo desborda", y que se hace presente "ante una conflictividad barrial". Un realismo "implacable" hecho de imágenes apabullantes, que habilitan la posibilidad de enfocar "el terror anímico en una determinada imagen o secuencia, situarlo y fijarlo en conductas o personajes".

 

IX.

"Los pibes silvestres pasan por este continuo, se desplazan y no terminan de encajar. Pisan algún casillero, pero enseguida rajan, cambian de rol". Pibes a la que te criaste, astutos y callejeros, calculadores y cuestionadores, realistas y en vías de rajar-se", sobrefabuladores. Y en riesgo, en la medida en que al desplazarse "dejan al descubierto" y por tanto desafían "las debilidades de ese continuo de una vida mula", abriendo una grieta "hacia otro posible" nunca preexistente al raje mismo, que es deseo de otro orden barrial. Un "realismo pillo", que todo lo mapea y capta, buscando la ocasión para la fuga.

 

X.

Es la Vecinocracia El realismo vecinal "se continúa en -y a su vez se retroalimenta de- las pantallas y discursos políticos securitistas, en un rodeo complejo; el securitismo como programa político, el fascismo "por arriba" legitimado, es este realismo vecinal "vuelto" al barrio una vez pasado por ese afuera de circuitos mediáticos, encuestas políticas y mesas de gestión"

Frente a él: ¿a qué modos políticos da lugar el contra-realismo realismo pillo del raje?, ¿se articulan en algún punto los rajes en una máquina de guerra, no cancerígena ni suicida? Una máquina tal -exterior por definición a la lógica de los dispositivos, aunque nazca de su propio interior- no funciona a partir  los tantos "afuera" barriales que denuncian al realismo vecinal a partir de un ideal cualquiera de politización.

El problema de las politizaciones enteramente sugeridas desde afuera de los dispositivos barriales consiste en la ilusión de que habría un sujeto extranjero al juego de los dispositivos de captura. No es un problema de dentro/fuera respecto del barrio, sino de confrontarse con la ilusión de una contestación política que no pasase la prueba de poner en variación, sobre territorio concreto, las líneas organizadas por los procedimientos de mando.

Al contrario, tal vez se trata de percibir en los rajes las pistas para reavivar un cuestionamiento liberatorio a la persistente moral organizada en las formas de vidas consagradas en estos años. Una adultez pilla, dicen los JP, depende de una cierta capacidad para "escuchar el murmullo cada vez más audible del agite de lo silvestre", en la "disputa por la intensidad de la vida, por las aperturas".

 

XI.

Si en el mundo de las izquierdas militantes se practica un lenguaje más próximo a la física: "movimientos" y "bloqueos", "abajo" y "arriba", clases "medias", "centro" y "periferia", "incluido" y "excluido" "despliegue o repliegue", los JP nos enseñan el poder, ni menos bélico ni menos visual, del lenguaje de la química, hecho de mezclas de elementos, contagios y combustiones:  "la ciudad estalla"... se trata de procesos combinatorios a veces sutiles, subterráneos, con una temporalidad impredecible y una causalidad compleja, dominada por elementos que, como "precursores" químicos, "activan" el quilombo latente en la "precariedad totalitaria".

Quizás "el pedido barrial de la presencia de la gendarmería" no sea más que un impulso destinado a responder a los "signos de terror anímico", un deseo de consistencia, antes que una supuesta posición ideológica o un corrimiento  sociales "por derecha". ¿No reconocemos, acaso, en el pedido de seguridad una añoranza "de comunidad"?

 

XII.

Aunque uno no necesariamente pueda hacerlo, resulta aconsejable leer este libro en serie (o resonancia) con otros libros cuyas únicas cualidades comunes son las de haber sido publicado en los últimos meses de este 2014 en Buenos Aires, las de combinar un saber en guerra contra los discursos dominantes (sean conservadores o liberales, o bien progresista o "populistas", como ahora se les llama) y una sensibilidad apasionada con el costado libertario de las cosas.

En orden de salida pienso en primer lugar en la contundente obra Christian Ferrer Amargura metódica. Vida y obra de Martínez Estrada, en donde el "amargor" no remite a pasiones tristes sino a un método de planteamientos de problemas largamente postergados por una intelectualidad prejuiciosa, ocupada más en sus propias ilusiones que en afrontar los fenómenos que permite comprender la persistencia de nuestros males.

El segundo es el compendio de clases de Deleuze sobre Foucault, editadas por Cactus bajo el nombre de El Poder, en las que -entre  muchas otras cuestiones que ahora no vienen a cuento- se plantea la necesidad de una micro-sociología que no tome como punto de partida a los sujetos individuales ni a los grandes conjuntos (pues siempre son citados como explicación, pero poca veces se los explica), sino a las corrientes de deseos y creencias que por imitación se propagan, por antipatía se rechazan y por conexión se relanzan a la creación.

El tercero es el texto del  historiador Bruno Nápoli, En nombre de mayo, el impresente político: de temperamento desmitificante, se dedica a narrar el modo en que una y otra vez, a lo largo de la historia del estado nación se justifica la persistencia del hecho escandaloso de que (en dictadura y en democracia, cierto que no de igual modo) el estado mata.

El último de los libros que conviene aproximar es La razón neoliberal. Economías Barrocas y Pragmática Popular, de Verónica Gago, que indaga sobre los límites de una teoría política populista a la hora de comprender los nuevos sujetos de la insurrección del 2001, de la economía informal o de las poblaciones migrantes, hoy abiertamente criminalizadas. Su investigación se toma en serio la idea de Foucault de que el neoliberalismo es más que unas políticas de ajuste y privatización y asume la proliferación de un "neoliberalismo desde abajo". Pero lo hace advirtiendo algo que para nosotros es fundamental. Que esos nuevos sujetos no son neoliberales plenos. Son más bien conatus estratégicos que combinan dimensiones de auto-empresarialidad con elementos familiares, de sexo-género y comunitarios, todos ellos atravesados y a la vez desafiando las líneas duras de los dispositivos de gobierno.

De conjunto estos textos ayudan a componer una crítica imprescindible y por izquierda al cierre producido esta década por el sistema de la polarización discursiva.

 

XIII.

Ni arriba ni abajo, ni dentro ni fuera. Más que de espacio se trata  de líneas diversas y entralazadas. La vida, a cada momento, está hecha de líneas que se cruzan y combinan: de ese campo de fuerzas emerge el texto de Juguetes Perdidos como una límpida mirada de un entorno social trastocado, en el que un realismo vecinal extremo y ordenancista, que atraviesa los "nuevos barrios", busca inscribirse en los dispositivos urbanos (de consumo, de deuda, de representación, de seguridad y de mediatización) y se exaspera ante las no menos realistas estrategias de raje de las vidas jóvenes, igualmente devaluadas y en permanente choque con las expectativas sociales. ¿Quién lleva la gorra?, entonces, no remite a un sujeto, sino a un máquina social. De lo que se trata, nuevamente, es de mostrar su funcionamiento, mientras buscamos las armas.

Entrevista a Bifo!
"Una sublevación colectiva es antes que nada un fenómeno físico, afectivo, erótico". Entrevista a Bifo   Es una experiencia cotidiana: el...

Entrevista a Bifo!

Entrevista a Bifo!

"Una sublevación colectiva es antes que nada un fenómeno físico, afectivo, erótico". Entrevista a Bifo

 

Es una experiencia cotidiana: el trabajo en un contexto capitalista es principalmente el medio para un fin (la ganancia). Un trabajo indiferente por tanto a su contenido, vaciado de significado, determinado primordialmente por el dinero. Mantequilla o misiles: lo mismo da, lo importante es que el producto-mercancía venda en el mercado. Marx lo llamó "trabajo abstracto" y a partir de él definió el modo de producción capitalista y su carácter destructivo.
Según Franco Berardi (Bifo) -filósofo italiano, teórico de los medios de comunicación y las transformaciones del trabajo, implicado en movimientos políticos desde los años setenta-, dos niveles más de abstracción se añaden en nuestros días a la abstracción del trabajo: el gobierno de las finanzas (un poder sin arraigo local alguno) y las redes virtuales de comunicación (un intercambio simbólico sin cuerpos). La financierización de la vida y la virtualización del contacto generan según Bifo nuevas formas de malestar social, nuevas patologías, nuevos tipos de sufrimiento.
¿Puede politizarse ese malestar? ¿Qué formas de acción colectiva pueden reconvertir el sufrimiento en fuerza transformadora? La sublevación (edición española en Artefakt, edición argentina en Hehkt) reúne una serie de textos escritos por Bifo al calor de los movimientos de las plazas (primavera árabe, 15M, Occupy...). La sublevación, tal y como aparece pensada en el libro, es en primer lugar el levantamiento de los cuerpos explotados, estresados, deprimidos. El primer paso para la reconstrucción de un cuerpo social capaz de desafiar el dominio de la híper-abstracción digital y financiera.
***
Abstracción financiera
1. ¿En qué consiste la abstracción financiera?
Bifo. Nombro así al conjunto de los automatismos financieros que subyuga la vida real y la producción, vaciándolas de energía y de poder político.
2. ¿En qué sentido la abstracción financiera vacía el poder político?
Bifo. Es algo muy obvio que todos hemos entendido en los últimos años: las instituciones de la democracia política no pueden nada frente a la prioridad de la abstracción financiera. La liquidación del primer ministro griego, Yorgos Papandreu, el día mismo que propuso un referéndum sobre el "plan de ayuda" del BCE al Estado griego en 2011 fue la declaración final de la anulación de la democracia en el continente europeo. Las tradiciones humanistas e ilustradas quedaron igualmente barridas de un plumazo ese mismo día.
3. Explícate.
Bifo. El humanismo es esencialmente el movimiento por el cual la voluntad humana se emancipa de la tutela divina. Por su lado, la Ilustración proclama la superioridad de la Razón y de la Ley sobre la fuerza de los "animal spirits" del egoísmo económico. Pues bien, God is back, la potencia superior de lo divino sobre la voluntad humana regresa, pero ahora con la forma del capital financiero. Las leyes no tienen hoy ninguna fuerza frente a la circulación global de los algoritmos financieros, ni ante la potencia desterritorializada de las empresas globales.
4. ¿Pero no sido siempre así en la historia del capitalismo? ¿Por qué sería esto una novedad?
Bifo. Creo que la clase financiera es distinta a la clase que en los siglos de la modernidad conocimos como burguesía. La burguesía se enriquecía gracias a la explotación de la clase obrera, pero también gracias a la producción de bienes útiles para la vida social. Es una clase que acumula plusvalía a través de un proceso de producción de bienes útiles. Sin embargo, la clase financiera -o, mejor dicho: el conjunto de los automatismos financieros- se enriquece a través de la destrucción del valor producido, a través de la privatización de los bienes comunes. La plusvalía de las financias es una minus-valía desde el punto de vista social.
Por otro lado, la burguesía tenía una fuerte territorialización ciudadana y nacional, mientras que la clase financiera es una clase totalmente desterritorializada, incapaz de identificarse con ningún lugar específico.
Malestar social
5. ¿Qué efectos tiene la abstracción financiera sobre el cuerpo vivo de la sociedad?
Bifo. Ya no hay continuidad en la experiencia del trabajo: no se llega cada día al mismo lugar, no se cumplen las mismas rutinas, no se encuentra a las mismas personas. El trabajador mismo ya no existe como persona, es el productor intercambiable de fragmentos de tiempo/trabajo conectados en una red global.
El tiempo vivido por los trabajadores precarios se fragmenta -o, mejor dicho, sefractaliza- al tener que adaptarse constantemente a los requerimientos de la producción. Pero tengamos en cuenta que el cuerpo vivo tiene sus pulsiones, su sensibilidad, su tiempo y sus deseos. La abstracción financiera superpone un tiempo espasmódico, en constante aceleración, a la sensibilidad del cuerpo individual y colectivo.
6. Produciendo por tanto efectos a nivel individual y colectivo, ¿no? ¿Cuáles son?
Bifo. Las patologías causadas por la aceleración y la competición agresiva se manifiestan a nivel individual como una verdadera epidemia de sufrimiento mental, psíquico, emocional. Las crisis de pánico, los problemas de atención, la soledad competitiva, la depresión... A nivel colectivo, la consecuencia es la crisis de la solidaridad social. Cada individuo percibe a los otros esencialmente como competidores y no como cuerpos afectivos.
Abstracción digital
7. A la abstracción financiera se le añade una abstracción digital, ¿en qué consiste, cómo opera?
Bifo. La abstracción digital es el efecto de la aplicación de las tecnologías de virtualización a la comunicación entre los seres humanos y su operatividad se manifiesta como intercambio lingüístico sin cuerpo, como escisión entre palabra, cuerpo y afectividad.
8. En el libro analizas los efectos "éticos" de la virtualización del contacto, ¿cuáles son?
Bifo. Para mí, ética y estética están íntimamente relacionadas: la parálisis ética, la incapacidad de gobernar éticamente la vida individual y colectiva, proviene de una perturbación de la estesia, es decir, de la percepción de la continuidad sensible del propio cuerpo en el cuerpo del otro. De una comprensión erótica del otro. La virtualización del contacto produce un efecto de de-sensibilización emotiva, de soledad relacional, de fragilidad psicológica.
9. Quizá es algo que podemos entender mejor a partir de la diferencia que haces en el libro entre "lógica de conjunción" y "lógica de conexión".
Bifo. La conjunción es un intercambio en el cual los cuerpos se ponen en relación recíproca de manera tal que cada comunicación se manifiesta como singular, irrepetible. La simpatía, es decir, el sentir compartido (sym-pathos), es la dimensión general del intercambio conjuntivo.
Pero mientras que la lógica conjuntiva implica la interpretación de la dimensión gestual, corporal y de las implicaciones emocionales (con sus ambigüedades y matices), la lógica conectiva reduce la relación con el otro a pura descodificación de una sintaxis, a un contacto funcional dentro de estándares predeterminados. Es el caso de Facebook.
El proceso de mutación que se desarrolla en nuestra época está centrado en el cambio de la conjunción a la conexión como paradigma del intercambio entre los organismos conscientes.
La sublevación
10. Entre 2010 y 2013 se activaron movilizaciones masivas en Inglaterra, Túnez, Egipto, España, Grecia, EEUU, más tarde en Brasil y Turquía, ahora en China... Las características y los objetivos de esas movilizaciones han sido muy diferentes, como diferentes son las condiciones políticas y culturales de los diferentes contextos. Pero tú consideras que esa serie de levantamientos forman parte de la misma onda, ¿por qué?
Bifo. Creo que sí, porque todas esas movilizaciones, incluyendo las que se dieron en las ciudades árabes, tenían desde el comienzo una misma voluntad de reactivar la solidaridad y la dimensión física de la comunicación social. Los trabajadores y los estudiantes rebeldes intentaron en primer lugar crear condiciones deconjunción directa, física y territorial para salir de la alienación virtual.
¿Por qué ocupar una plaza, una calle o un territorio cuando sabemos muy bien que allí no reside ningún poder político y que el sistema financiero no se localiza en una dimensión territorial? Porque la primera cosa que necesitan los trabajadores precarizados es la reactivación de una dimensión afectiva y territorial que permita reconstruir las condiciones emocionales de la solidaridad. Me parece que ese es el sentido de la toma de las plazas, de las acampadas. Una sublevación colectiva es en antes que nada un fenómeno físico, afectivo, erótico. La experiencia de una complicidad afectuosa entre los cuerpos.
11. ¿Cómo se "organiza" una política así, mediante qué formas, instituciones, etc.?
Bifo. Me gusta poner la imagen del mantra: el mantra es una respiración colectiva armónica, una metáfora de lo que en la dimensión política llamamos solidaridad. La organización que imagino no pasa a través de la democracia representativa, ni de una organización centralizada como fue el partido leninista del siglo XX. Tiene más que ver con el ritmo de un mantra.
12. ¿Qué balance haces de la onda de movimientos que se activó en 2011? ¿Qué potencias y límites ha encontrado?
Bifo. El balance es ambivalente. Por un lado, podemos decir que los movimientos de las plazas no lograron frenar ni un ápice la explotación financiera, la imposición de la deuda, la destrucción y privatización de los bienes comunes. En ese sentido podemos hablar de fracaso. Pero creo que debemos valorarlos desde un punto de vista evolutivo más largo. Estos movimientos han revelado la dimensión afectiva de lo social. Es la condición necesaria para emprender un movimiento de recomposición de los saberes comunes -científicos, técnicos, afectivos, organizativos- por fuera de la explotación capitalista.
13. ¿Cómo piensas una posible alianza entre lo digital y la dimensión "física" de la rebelión?
Bifo. Las nuevas tecnologías han sido y siguen siendo herramientas para la ampliación de la comunidad, aunque sólo virtual, y para la coordinación de iniciativas y acciones a nivel global. Pero sólo la presencia física y territorial puede activar la empatía y la solidaridad. Al mismo tiempo, en términos de eficacia, las acciones más exitosas en términos de sabotaje del dominio imperial han sido acciones como las de Assange y Snowden que se desarrollan en la dimensión digital. La acción subversiva es muy eficaz cuando se desarrolla en la esfera digital, cuando se infiltra en el interior de la dimensión algorítmica del capitalismo.
14. En España, varios dispositivos más o menos "partidarios" surgidos a partir del 15M apuntan a "tomar el poder político" en sus diferentes escalas (nacional, regional, municipal), aprovechando un vacío creado por la deslegitimación radical del sistema de partidos instalado en la Transición española, ¿qué papel crees o imaginas que pueden tener las instituciones estatales en la promoción del cambio social que proyectas en el libro?
Bifo. Las nuevas organizaciones políticas, como Syriza y Podemos, pueden ser muy útiles para la resistencia de los trabajadores, para la supervivencia en condiciones de empobrecimiento y disgregación social. Pero no creo que puedan hacer mucho contra el poder financiero, ni para favorecer la liberación de las energías intelectuales del trabajo por fuera de la dominación capitalista.
La frase "yes, we can" de Obama fue más un exorcismo contra la impotencia de la política y de la voluntad que un programa. El hecho de que la máxima autoridad mundial diga "podemos" es el signo de que algo no funciona, un sentimiento de impotencia que la política no puede admitir pero que es evidente. Seis años después de su primera victoria, Obama tiene que reconocer que no puede salir de la "guerra infinita" bushista, que no puede parar la devastación del medio ambiente, que no puede modificar la tendencia hacia la concentración de la riqueza.
No podemos, esa es la verdad. El tiempo de la voluntad y de la política se acabó. Tenemos que desplazar la energía social hacia una dimensión que no es ni la democracia representativa ni la subversión política, sino la imaginación de nuevas formas de organización del conocimiento y de la producción, la creación de una plataforma técnica y política para la auto-organización de la inteligencia colectiva (fuerza productiva principal del tiempo presente).
15. Creo que para tí la política consiste en una "mutación antropológica" (como decía Pasolini, aunque él la temía). ¿Cómo se puede pensar esa "mutación antropológica" por fuera del esquema revolucionario tradicional del "Hombre nuevo" que ha causado tantos estragos en el siglo XX?
Bifo. Pasolini temía justamente la mutación antropológica producida por el capitalismo tecnológico y global, y su miedo tenía buenas razones. Nos encontramos en la situación de uniformización y de violencia psíquica interindividual que él presagiaba hace cuarenta años. Tenemos que imaginar una salida antropológica de la mutación antropológica uniformizadora que impone el capitalismo global, pero una salida distinta a la del siglo XX.

Las utopías de la modernidad se fundaron sobre la exaltación testosterónica de la juventud. Fueron utopías violentas y esperanzadas (esto es, en última instancia desilusionantes, consagradas al arrepentimiento). Nuestras fuerza ya no puede basarse en el ímpetu juvenil, la agresividad masculina, la batalla, la victoria o la apropiación violenta, sino en el gozo de la cooperación y el compartir. Reestructurar el campo del deseo, cambiar el orden de nuestras expectativas, redefinir la riqueza, es tal vez la más importante de todas las transformaciones sociales.

EDUARDO VIVEIROS DE CASTRO EN BUENOS AIRES

EDUARDO VIVEIROS DE CASTRO EN BUENOS AIRES

EDUARDO VIVEIROS DE CASTRO EN BUENOS AIRES

vivir en deudocracia
Transformar y cooperar en edición: Icaria y Tinta Limón
Hace tiempo que la comunicación entre muchas personas está cambiando a partir de las tecnologías digitales. ¿Como encajarán los libros, y la...

Transformar y cooperar en edición: Icaria y Tinta Limón

Transformar y cooperar en edición: Icaria y Tinta Limón

Hace tiempo que la comunicación entre muchas personas está cambiando a partir de las tecnologías digitales. ¿Como encajarán los libros, y la expresión escrita en general, en este nuevo panorama? Aún nadie puede responder esta pregunta con certeza. Lo que tenemos claro es que estamos ante un momento con grandes potencialidades de comunicación de nuestros libros y proyectos. Parece que Internet abre la puerta a un nuevo espació donde compartir y participar pueden formar parte del proceso creativo y productivo.

 
En un sentido inverso, que complejiza el panorama, los "cercamientos" en el entorno digital, amparados en interpretaciones restrictivas de los derechos de autor, nos colocan ante un decisivo debate entre el derecho a compartir y una red cada vez más cerrada y controlada. Internet, y las tecnologías digitales en general, permite fácilmente la creación de grandes monopolios de la información y la cultura escrita y audiovisual. En este contexto la independencia de los proyectos que desarrollan el pensamiento crítico con el orden establecido es más necesaria que nunca.
 
El nuestro no es un proyecto competitivo, ni comercial, ni su objetivo es una carrera sin frenos hacía el máximo beneficio. La cooperación, la solidaridad o el apoyo mutuo son nuestras mejores armas para estos nuevos tiempos. Ante sus monopolios nosotros trabajamos juntos con otros proyectos, compartimos saberes, papel, ediciones, libros, vías de distribución o páginas web.
 
Siempre hemos trabajado así pero a día de hoy es más necesario que nunca. Entender, reflexionar y actuar conjuntamente es nuestro objetivo.
 
Por este motivo estamos desarrollando con Icaria Editorial (Barcelona) un espacio común de reflexión sobre las licencias libres, no privativas, como Creative Commons y sobre estrategias para la sosteniblidad económica en el entorno de la cultura libre. La idea es sumar en este espacio editoriales, colectivos e individualidades, desde la profesionalidad a la artesanalidad, interesadas en estos temas, especialmente (pero no solo) en el contexto latinoamericano y peninsular.
 
A continuación les dejamos los libros de Icaria bajo licencia Creative Commons (las tapas los llevan al sitio de la editorial, allí encontraran el enlace al pedf). Los de Tinta Limón se encuentran en este mismo sitio:

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ESTACION ZOMBI. Pedagogia Mutante 2
Pedagogía Mutante 2. Estación Zombi Tinta Limón / Barrilete...

ESTACION ZOMBI. Pedagogia Mutante 2

ESTACION ZOMBI. Pedagogia Mutante 2

Pedagogía Mutante 2.

Estación Zombi

Tinta Limón / Barrilete Cósmico

http://www.facebook.com/pages/ESTACION-ZOMBI/304276406257451

http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2012/05/clinamen-estacion-zombi-pibe.html

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