Marcar un libro

Frantz Fanon y el sentir de una revolución

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Como parte de la serie de seminarios "Marcar un libro" sobre publicaciones de nuestro catálogo, compartimos este comentario de Rodrigo Javier Días, organizador de un encuentro en Neuquén sobre el libro "Sociología de una revolución" de Frantz Fanon. El autor de la nota analiza la colonialidad, colonialismo y resistencias en la guerra de independencia de Argelia (1954-1962).

De las revoluciones, la revolución

Hablar hoy de revolución requiere de un gran cuidado. A partir de la llegada y la expansión del modelo neoliberal, fundamentalmente, y de las transformaciones significativas que gestó sobre las formas de producir y acumular –todas en torno al consumo-, traer al debate actual a la idea de revolución es presentar un concepto que ha logrado ser apropiado por este mismo paradigma.

Ya sean tecnológicas, educativas o productivas, por solo mencionar algunas, las revoluciones se han convertido en un instrumento más a través del cual se infiltran nuevos mecanismos de construcción de sentidos. Han sido sutil pero constantemente despojadas de su fundamento y razón para convertirse en una mera cáscara vacía que facilita –apelando, semántica mediante, a la épica de su significado original- su “relleno” con consignas carentes de un norte pero rebosantes de consumos potenciales cuya explosión solo aguarda un contexto para ser liberada.

Pero esto no fue siempre así. La historia de nuestras sociedades se encontró en múltiples ocasiones frente a la necesidad de generar una ruptura, una reorganización del contexto predominante que reencaminara el estado de las cosas hacia otro estadío que –superior o no- proveyera nuevas alternativas. En un rápido repaso podemos encontrar cinco: 1789 y la Revolución Francesa, 1804 con la Revolución Haitiana; 1810 con la Revolución de Mayo en nuestras latitudes; 1917 en la Rusia zarista y, finalmente, en 1953 con el inicio de la Revolución Cubana. En cada uno de estos casos, el despertar del germen revolucionario encontró territorio fértil en el descontento de un pueblo que buscaba librarse de la opresión de regímenes cuyas asimetrías étnico/socio/político/económicas los marginaban, aun siendo habitantes y nativos de su propia tierra.

Si bien el desarrollo de la Primera Guerra Mundial había comenzado a sacudir los cimientos de un imperialismo cuya codicia llevara a la humanidad a ese primer gran conflicto a escala planetaria, será el final de la Segunda Guerra Mundial la que abra las puertas a un abandono definitivo de las pretensiones territoriales de los países centrales sobre sus colonias. Sin embargo, en este paulatino proceso de retirada de las por entonces potencias coloniales y la subsecuente emancipación de los pueblos, no todos los países compartirían el mismo punto de vista.

Poco más de un siglo y medio después de aquella revuelta que sembrara a la libertad y la igualdad como derechos irrenunciables de todo ciudadano, Francia –golpeado con fuerza durante la IIGM y frente a una crisis económica inminente en su horizonte inmediato- decidió optar no solo por impedir la independencia de sus territorios de ultramar, sino además por defender sus posesiones a sangre y fuego.

Sería allí, en una contradictoria coincidencia espaciotemporal de voluntades entre el país europeo y el africano, que el pueblo argelino tomaría el estandarte de la liberación lanzando un mensaje a todo el mundo: Argelia quiere y debe ser dueña de su destino. Y será también allí, entre los últimos estertores de lo que el mundo entendía por revolución, que el impulso emancipador del pueblo argelino encontraría un portador de su voz en Frantz Fanon.

De la psiquiatría al pensamiento revolucionario

Nacido en Martinica, dependencia de ultramar francesa en las Antillas, Fanon migró en primer lugar a Dominica para luego pasar a formar parte del ejército de liberación que combatió en Europa contra la Alemania nacionalsocialista.

Enrolado activamente en el ejército, recibió una cruz de guerra por su participación en el combate de Alsacia, a fines de 1944. Mas luego se encontró con una contradictoria situación: su división, tras cruzar el Rin, fue “blanqueada” para entrar en una Alemania que afrontaba la inminencia de su rendición. Quizás allí, ante la injusticia de obliterar a las tropas negras del ejército, se forjarían las ideas que plasmaría en “Piel negra, máscaras blancas”, libro publicado en 1952 en donde reflexionaría sobre este tipo de injusticias y las implicancias socioculturales que emergen de la aculturación de los pueblos africanos bajo el control colonial. En el transcurso, se recibiría de psiquiatra y ejercería en la Francia Metropolitana.

Será esta profesión la que le facilitará la llegada a una Argelia bajo dominio colonial, en donde prestará servicio como Jefe de un Hospital Psiquiátrico. Algunos meses después, se unirá al Frente de Liberación Nacional Argelino tras el inicio del proceso independentista, en Noviembre de 1954. Desde allí, y con una activa participación como pensador y actor en la gesta emancipadora, se convertirá poco a poco en su portavoz a lo largo y ancho del mundo durante el transcurso del conflicto.

El movimiento revolucionario y sus figuras encontrarán eco y apoyo en el movimiento de países no alineados –única alternativa organizada a esa disputa bipolar que segmentaría el mundo durante casi medio siglo XX-, cuya cumbre de 1955 en Bandung, Indonesia, catapultaría el sentimiento de lucha independentista argelino a todo el mundo, comenzando a colocar la presión del lado francés. Fanon, tras haber sido expulsado de Argelia por su filiación con el Frente de Liberación, se afincó en Túnez para convertirse en su estratega ideológico. Desde allí, testimoniará en primera persona el devenir de la revolución.

Sociología de una Revolución. Comprendiendo la guerra de Argelia.

Fanon publica este libro en 1959, momento en el cual la guerra de independencia llevaba ya cinco años. Lejos de terminarse, el conflicto ya había transitado por diversas etapas: la indiferencia, la aceptación, el rechazo, la incorporación de lo bélico a la cotidianeidad, las tensiones en torno al dominio colonial y a una resignación argelina que comenzaba a resquebrajarse. Todas ellas marcaron a fuego el sentir argelino y el pensamiento de la sociedad francesa de la metrópoli. En conjunto, “Sociología de una revolución” es una reflexión en primera persona de las transformaciones que operaron sobre los litigantes, así como también de sus estrategias, alianzas y metodologías, y de cómo poco a poco el ser revolucionario impregnó a todo el tejido social de la población africana, inclinando –aun no de forma definitiva- la balanza hacia una salida emancipatoria.

Fanon es inevitablemente una referencia teórica, epistemólógica y ontológica de la revolución.

El reconocimiento e interpretación que realiza Fanon de la complejidad inherente a las familias árabes/musulmanas y de los cambios sustanciales que se gestaron a lo largo del conflicto, las estrategias de los medios de comunicación, el rol de los médicos y finalmente el acercamiento de la sociedad entera al movimiento revolucionario frente a un ejército de ocupación sin intenciones de retirarse del territorio argelino que, en su cruzada, no cesaba de violentar a la población norafricana, sirvió y sirve de referencia no solo para poder comprender el devenir de la independencia argelina, sino también para poder analizar otros procesos emancipatorios y/o de descolonización. Para propios y ajenos, Fanon es inevitablemente una referencia teórica, epistemólógica y ontológica de la revolución, del pensar colonial y del sujeto revolucionario.

Entender el pensamiento de Fanon es, también, acercarse a un correntoso río en ebullición. Su obra, en esta etapa final de su breve vida, es el fiel reflejo de ser él mismo parte actuante de la revolución, de ver el sufrimiento, las postergaciones e injusticias en la piel de otros, injusticias que a muy temprana edad supo sufrir en carne propia y que lo interpelaron y propulsaron a construir un repertorio de planteos que se establecerían como canon del sentir decolonial y servirían de inspiración para su generación y las futuras.

Algunos puntos clave para comprender “Sociología de una revolución”

a.    Los antecedentes

Analizar un conflicto como el franco-argelino implica, necesariamente, recorrer los pasos previos que abonaron el terreno para una escalada de violencia asimétrica que duró casi una década. En este sentido, es necesario contemplar dos aspectos fundamentales:

Por un lado, la apropiación del territorio y consecuente imposición de las estructuras coloniales en el continente africano, proceso dentro del cual Francia se constituyó como uno de los principales actores interesados.

Más allá de los viajes de exploración y conquista iniciados en el siglo XV y exponencialmente desarrollados en los subsiguientes, será la Conferencia de Berlín –desarrollada entre 1884 y 1885- el momento en el cual las por entonces consideradas potencias europeas se repartirán, como porciones de una enorme torta de recursos naturales y mano de obra esclava, todo el continente africano.

Si bien vale aclarar que las dinámicas de expolio y trata de personas son tan antiguas como la llegada del primer contingente europeo, es cierto que los artículos que constituyeron la declaración emergida de esta Conferencia –en la que no participó ningún representante africano, siquiera como observador- habilitaron todo tipo de violencias contra la población nativa al permitir la demostración de fuerza como reflejo de la capacidad de control por parte de un Estado. Y en un contexto en donde todos se disputaban hasta el último metro cuadrado del continente buscando asegurar la provisión de recursos y mercados, nadie reparó en los medios empleados para lograr el fin.

La delimitación de los estados africanos modernos (salvo pequeñas modificaciones) no es sino el reflejo de estas disputas: países pequeños y angostos frente a otros con una vasta extensión territorial, prolongaciones territoriales ilógicas (como es el caso de la actual Namibia) y trazados inverosímiles son la característica del mapa político del actual continente africano. ¿Las poblaciones nativas? Tuvieron que amoldarse a estos límites impuestos con todo lo que eso conlleva: antiguas mayorías étnicas devenidas en minorías y viceversa, familias separadas, religiones y etnias con conflictos históricos lanzadas a convivir dentro de un mismo territorio, todo ello a consecuencia del más avaro deseo de las potencias colonialistas.

No obstante, la conquista territorial y el control de su población se complementarían con lo que constituye el segundo aspecto a analizar. La legitimación del atropello no habría sido posible sin todo un bagaje teórico y conceptual desarrollado por ciencias como la antropología, la biología e incluso la misma geografía, que apuntaba no solo a construir otredades inferiores sino además a promover una “colaboración desinteresada” entre una Europa avanzada y civilizada, y los africanos bárbaros. Racialización, exotización y primitivismo serán algunas de las líneas argumentales bajo las cuales los países europeos gestionarán la aprobación de sus actividades de ultramar. Ejemplo de esto es, por solo mencionar alguno, la idea del “dominio de civilización” de la escuela francesa de geografía, o las teorías deterministas geográficas que aseguraban sin ruborizarse que las poblaciones desarrolladas a bajas latitudes tenían menor capacidad y desarrollo cognitivo, situándolos en un estadio similar al de niños pequeños y/o animales (el Tintín de Hergé es una muestra de época).

Tomando esto como punto de partida, la deshumanización, el castigo, y la obliteración de las poblaciones africanas serían el denominador común del período imperialista. Francia, dentro de este complejo entramado, será junto con Bélgica uno de los países europeos cuyas prácticas demostraron mayor brutalidad contra la población nativa. Y Argelia no sería la excepción.

b.    Colonialidad, colonialismo y resistencia

Es necesario avanzar un paso más e identificar los efectos no deseados del dominio colonial europeo, al margen de la Conferencia de Berlín: el paso del tiempo, en un continente fragmentado y avasallado pero moldeado a gusto, cimentará las estructuras sociales, culturales, políticas y económicas para garantizar la aparente estabilidad de vínculo entre dominantes y dominados.

De esta manera, es posible observar en la Argelia subyugada las dos expresiones tradicionales de control, siendo por un lado la colonialidad –entendida como la infiltración de las formas culturales- aquello que buscará impregnar la cotidianeidad argelina, principalmente en las mayores ciudades del país africano, procurando reemplazar a la vez que obliterar las particulares manifestaciones de la cultura árabe-islámica en un proceso de sutil “europeización”, conforme a los preceptos de época. Por otro lado, la presencia firme e indisimulable del colonialismo, entendido como la opresión de una nación sobre otra en donde el uso de la fuerza y la recurrencia a técnicas y tácticas de desmoralización, humillación y eliminación de las poblaciones nativas será moneda corriente y contará, además, con la aprobación de una parte de esa población. Bajo estas condiciones Argelia será, un siglo atrás, para Francia lo que la India representó para Inglaterra.

La convergencia de estas dos dinámicas, cuya rúbrica definitiva la pondrá Francia con un extenso proceso de poblamiento del territorio argelino, con una creciente desnaturalización de la población nativa –identificando en esta idea el pensamiento de Achille Mbembe y su analogía con la extracción y comercialización de la plata- más el solapamiento de las estructuras y divisiones sociales y territoriales impuestas a fines del siglo XX, pondrán a fuego lento el caldo sobre el que se calentará el proceso independentista.

Fanon, en esa línea, colocará a estas asimetrías socioterritoriales como la consecuencia directa de la implementación de dinámicas colonialistas y coloniales. La raza, la clase, los cuerpos, culturas y lenguaje serán elementos clave tanto en el repertorio de dominación francés como en el ideario de resistencia argelino. Y conforme el sentimiento de resistencia y el ideal de liberación comiencen a manifestarse con mayor frecuencia en la Argelia cotidiana, la violencia colonial francesa empezará a mostrar su peor cara: el asesinato y la tortura indiscriminada como herramienta rutinaria de demostración de una superioridad que solo existía en las mentes de sus creadores. Y, al decir de Fanon, si el colonialismo es violencia pura, su respuesta no debe ser diferente: a la colonialidad se la puede debatir y resignificar, pero al colonialismo se lo combate.

Bajo estas condiciones, y en un contexto de posguerra donde los imperios supervivientes de la primera gran guerra –al menos los territoriales- habían sido voluntaria o forzosamente desarticulados, y las atrocidades cometidas por ambos bandos colocaban a las teorías geopolíticas y deterministas clásicas en un rincón alejado de la aprobación general, la permanencia de políticas opresivas y genocidas en la Argelia francesa comenzarán a encontrar voces disidentes. Para los colonos, que se percibían como nativos y no como sujetos de la ocupación colonial, este germen de resistencia será una cuestión incomprendida. Para los argelinos, cuya única alternativa para ser considerados “ciudadanos de primera” era resignarse a abandonar su cultura (principalmente el credo), era el camino a seguir.

En esto será clave el 8 de Mayo de 1945, día de la victoria en Europa. La liberación de Francia había generado expectativas suficientes como para pensar que una reforma colonial era posible, y el pueblo se movilizó en Setif detrás de este objetivo. Pero los colons, que habían estado del lado del gobierno colaboracionista de Vichy y que desde su perspectiva no tenían que soltar ningún territorio, se expresaron en contra de cualquier tipo de reforma. ¿El resultado? Una movilización brutalmente reprimida, que incluyó el asesinato de más de cuarenta mil argelinos, el bombardeo de poblaciones cercanas y la persecución organizada durante varios días de los nativos, sin importar su participación en la marcha. La masacre de Setif se convirtió, indudablemente, en el punto de partida para la radicalización del movimiento independentista argelino.

Entre 1945 y 1954 la línea francesa no cambiará, sino que endurecerá su posición. Los arreglos electorales, la exclusión del pueblo argelino de la esfera política, el sistemático rechazo del Estatuto Argelino de 1947 (que establecía igualdad de derechos para los territorios de ultramar) y la segregación/particularismo de las políticas sociales cuyos beneficiarios solo podían ser colons alimentaron una resistencia que, hasta noviembre de 1954, sería solo política.  Es necesario destacar que en agosto de 1954, además, Francia capituló en Indochina y perdió los territorios de lo que hoy son los estados de Vietnam, Camboya y Laos. Una derrota de este tenor, que para una ex potencia colonial solo podía representar el honor militar mancillado, obligó al estado francés a abrazarse a su patio trasero e impedir todo tipo de rebelión que amenazara con llevarlo a otro esfuerzo bélico. Habilitar un proceso emancipatorio en Argelia era una afrenta que no se podía permitir.

Pero tras casi una década de postergaciones que fueron marcadas por el recrudecimiento de las políticas de control francesas y un incremento de las acciones tanto militares como paramilitares, será el Frente de Liberación Nacional -movimiento al cual adscribirá Fanon- quien tome acción y comience a organizar el territorio argelino para la lucha contra el dominio colonial francés a través de una doble agenda: por un lado, a través de la confrontación armada directa e indirecta con su colonizador, llevando a cabo una guerra de guerrillas y desgaste. Por el otro, mediante la gestión diplomática de sus emisarios, portavoces e intelectuales de diferentes lugares del mundo que tomarán el mensaje del FLN y lo amplificarán, denunciando la continuidad de las atrocidades francesas sobre su población. Desde su exilio forzado tras declararse partidario del FLN, Fanon será uno de ellos.

c.    Las transformaciones

El conflicto emancipatorio en Argelia se extendería hasta el año 1962. El cinco de julio, tras la firma de los acuerdos de Evian el 18 de marzo, el país africano obtendría su independencia tras ocho años de conflicto y un millón de vidas perdidas. Fanon, tristemente, no llegaría a ver la concreción de su causa, ya que moriría en 1961 de leucemia en un hospital norteamericano. Sin embargo, “Sociología de una revolución” plasmaría con gran fidelidad los cambios que se produjeron a lo largo del conflicto, principalmente en los esquemas familiares/patriarcales de la sociedad argelina y en sus núcleos de proximidad respecto a la consideración del movimiento revolucionario, de sus colonizadores e incluso hasta de los medios de comunicación. Esto último se puede sintetizar en tres puntos principales

La mujer argelina

Dentro de las muchas tácticas desmoralizantes y represivas llevadas a cabo por Francia, Fanon destaca en el libro una maniobra apuntada “estratégicamente” hacia un segmento de la población árabe-musulmana, la mujer. Reconociendo el rol tradicional dentro de la cultura del país africano, Francia apuntó a “quitar el velo” de las mujeres planteándolo como un arma de impacto inmediato.

Apelando a este elemento como un recurso válido que demostrara en corto plazo el rechazo hacia la cultura árabe/musulmana y a la causa independentista en pos de “liberar” a la mujer y “europeizarse”, la invitación a quitarse el velo para las mujeres argelinas terminó resultando contraproducente para el país colonial. ¿Por qué? Porque no solo sucedió que la mujer argelina sin velo se insertó perfectamente dentro de la sociedad colonial, sino que además, a partir de una transformación radical en su rol tradicional se convirtió en miembro y participante activo dentro de la revolución.

El rol de la mujer fue decisivo para la continuidad del conflicto y la posterior emancipación del pueblo argelino.

La mujer argelina “liberada” pasó a ser, dentro de un conflicto cuyas acciones se desplegaban a escala micro, una nueva arista a controlar. Fanon incluso relata en el libro que no conformes con el resultado, los franceses cambiaron sustancialmente el eje de su estrategia y pasaron a interpelar a los padres y esposos señalándoles lo incorrecto de la libertad que habían adquirido sus hijas y esposas, promoviendo que la responsabilidad de “devolver el velo” pase a estar en el núcleo familiar. Más allá de estrategias y de un incremento de la violencia sobre la población civil femenina, el rol de la mujer como partícipe principal dentro de la organización, las comunicaciones y el despliegue de las acciones del FLN en campo fue indiscutiblemente decisivo para la continuidad del conflicto y la posterior emancipación del pueblo argelino.

La familia argelina

El análisis de Fanon nos muestra cómo la acción territorial del movimiento de liberación nacional argelino ELN resignificó la estructura, los roles y las responsabilidades de cada integrante del grupo familiar, así como también reforzó los lazos de proximidad territorial. Esta cuestión pudo ser posible gracias a que con el paso del tiempo los imaginarios de dominación y resignación entre colonizador y colonizado fueron resquebrajándose y mostrando poco a poco verdaderas esperanzas de liberación. El padre dejó de cuestionar a la hija, la hija dejó de dar explicaciones, los hijos invirtieron el rol predominante del padre y tampoco debieron explicar su participación en la causa o su ausencia en el hogar. Incluso Fanon pone en evidencia que, dentro de estas transformaciones, las esposas comenzaron a cuestionar a los hombres que no participaban activamente en la revolución, siendo ellas las que llevaban –como se mencionó en el apartado anterior- la voz cantante y las acciones de mayor peligro para la guerrilla.

Las alianzas

La consolidación de alianzas crecientes entre la población nativa –entre sus múltiples extracciones- y la causa argelina, la solidaridad intrasocietal que se fue gestando, el entendimiento por parte del pueblo argelino respecto a la necesidad de confiar en los profesionales europeos –aún bajo riesgo- como factor clave para poder continuar luchando.

Esto último no era extraño: teniendo en cuenta que los doctores, más allá de su juramento, eran por un lado los principales “marcadores de rebeldes” para el ejército francés y por el otro, los promotores de prácticas ajenas a la cultura árabe/musulmana. Para la población nativa acudir a un médico era, de alguna forma, el reflejo del alejamiento de su cultura y la posibilidad de entregarse voluntariamente al enemigo. No obstante, y conforme fue evolucionando el conflicto, el argelino priorizó la cura y el retorno al movimiento por sobre los riesgos, aunque también desde el lugar de los profesionales de la salud el cambio de perspectiva para con la población argelina fue notorio, contribuyendo con su conocimiento al Frente. Promediando el conflicto, y gracias a la acción diplomática del FLN más allá de las fronteras argelinas, buena parte de la opinión pública y de la sociedad local estaba a favor del cese de hostilidades y el retiro de Francia del territorio africano.

Los medios

Es interesante el análisis que Fanon efectúa sobre la radio. Tomada en primer término como un instrumento de transmisión de la cultura del colonizador, el surgimiento de medios partidarios a la revolución y el paulatino incremento de programación destinada a transmitir mensajes de aliento a la continuidad del ideal emancipatorio argelino impulsó a la sociedad local a adquirir sus propios receptores, rompiendo otro gran imaginario impuesto a través del ejercicio de la colonialidad. Alertados de esta vía de comunicación, los franceses rápidamente prohibieron la adquisición de radios para todo aquel que no fuera colon, criminalizando su posesión.

De igual manera que ocurriera con los intentos de romper los lazos familiares y culturales con la propaganda orientada a que la mujer se quitara el velo o con la incautación y prohibición a los farmacéuticos de entregar remedios a todo aquel que estuviera sospechado de integrar el movimiento revolucionario, el rol de los medios afines a la revolución funcionó, aún pese a los esfuerzos franceses por impedirlo, como una sólida cementación entre la sociedad argelina, la causa y un creciente número de adherentes en todo el mundo.

Para concluir

Pese a una incontrastable superioridad en efectivos y armamento, el conservadurismo colonial francés colapsó ante las presiones de su metrópoli y del mundo. El 18 de marzo de 1962, finalmente, con la firma de los Acuerdos de Evian, se logró el alto al fuego y se abrió el camino para la independencia argelina tras 132 años de colonización.

El punto de vista del intelectual martiniqués se enlazo bien con el pensamiento socialista y nacionalista del FLN. Así como representó un punto de partida y una guía para el proceso emancipatorio argelino, su ideal revolucionario contribuyó a definir las luchas y las perspectivas ideológicas de un tercer mundo disputado entre los dos grandes bloques triunfantes de la segunda guerra mundial.

Argelia fue, indudablemente, la fuente de inspiración para otros grandes personajes -como Nelson Mandela- que luego marcarían su propio camino en sus respectivos estados. El Viet Cong, los Panteras Negras, el Congreso Nacional Africano (sudafricano) tomarían la resistencia y la lucha de este país no solo como un camino a seguir. También, a partir de la acción diplomática del FLN en todo el mundo, pasaron a considerarlo como un interlocutor y un perfecto canal para dar movimiento a sus propias demandas.

No obstante, y más allá de la revolución y posterior independencia, el recorrido de Argelia desde 1962 hasta hoy deja en claro que la continuidad de sus lazos económicos y de su dependencia geopolítica y geoestratégica con su antiguo colonizador son hasta hoy objeto de debate y patrón común para el continente.

*

Rodrigo Javier Días es Profesor de Geografía, Licenciado en Enseñanza de las Ciencias Sociales y Maestrando en Sociología Política Internacional. Es Docente, Escritor, Investigador y creador de Un espacio Geográfico, sitio de divulgación digital y sello editorial enfocado en la didáctica y la enseñanza de la geografía.

El microseminario Marcar un Libro sobre “Sociología de una revolución de Frantz Fanon se realizó el viernes 1 de noviembre en Malapalabra Casa Librera de Neuquén. Acompañaron a Rodrigo Fernando Miguel Casullo y moderó Diego Javier Ravenna.

Conocé más sobre Marcar un Libro.

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